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La crianza recibida en la infancia moldea el estilo parental: expertos analizan cómo romper ciclos negativos

La forma en que fuimos criados tiene un impacto profundo y duradero en cómo educamos a nuestros propios hijos, según señalan expertos en psicología y crianza. Este fenómeno, a menudo inconsciente, puede perpetuar patrones negativos de generación en generación, pero también puede ser interrumpido con consciencia y esfuerzo.

Beatriz Cazurro, psicoterapeuta y autora, explica que la crianza recibida marca de forma irremediable el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso. Esto, combinado con el aprendizaje por observación, lleva a muchos padres a repetir comportamientos de sus propios padres, incluso cuando conscientemente desean evitarlos.

Maria Beatrice Alonzi, divulgadora científica italiana, introduce el concepto de «trauma intergeneracional», refiriéndose a formas traumáticas de educar que se transmiten sutilmente entre generaciones. Estos traumas, al no implicar necesariamente experiencias muy fuertes, pueden pasar desapercibidos y perpetuarse.

Los expertos coinciden en que romper estos ciclos requiere un trabajo consciente y a menudo doloroso. Cazurro advierte sobre el peligro de adherirse rígidamente a pautas de crianza por miedo a repetir errores, lo que puede llevar a una desconexión entre el lenguaje verbal y corporal que confunde a los niños.

Para escapar de esta herencia traumática, Alonzi recomienda tomar conciencia de cómo reaccionamos en situaciones cotidianas, especialmente con nuestros hijos. Sugiere observar patrones de comportamiento y buscar ayuda profesional si es necesario.

Rafa Guerrero, psicoterapeuta, enfatiza la importancia de hacerse cargo de los propios traumas y heridas emocionales no resueltas antes de encarar la paternidad. Este proceso de sanación, aunque difícil, se considera una inversión en el futuro bienestar de los niños.

Los expertos concluyen que, aunque no es un proceso fácil ni rápido, el esfuerzo por sanar y romper ciclos negativos vale la pena. No solo detiene un ciclo de dolor intergeneracional, sino que también ofrece a los niños la oportunidad de desarrollarse como individuos más seguros y emocionalmente estables.

Créditos de la Nota |
Redacción: Quadro24
Fuente: El País
Fotografía: SelectStock (Getty Images), Manu Vega (Getty Images)

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