Novak Djokovic finalmente conquistó el único título que faltaba en su impresionante carrera: la medalla de oro olímpica. El tenista serbio se impuso al joven prodigio español Carlos Alcaraz en una final electrizante de los Juegos Olímpicos de París, celebrada en la legendaria cancha Philippe Chatrier. Con parciales de 7-6 (7-3) y 7-6 (7-2), Djokovic demostró por qué es considerado uno de los mejores tenistas de todos los tiempos.
El primer set fue un verdadero pulso de titanes. Alcaraz tuvo múltiples oportunidades de quebrar el servicio de Djokovic, especialmente en el noveno juego donde dispuso de cinco bolas de break. Sin embargo, la experiencia y temple del serbio prevalecieron, salvando cada una de estas oportunidades con un tenis de altísimo nivel. La igualdad fue tal que se necesitó un tie-break para decidir el set, donde Djokovic se impuso con autoridad por 7-3.
El segundo set mantuvo la tensión y el alto nivel de juego. Ambos tenistas defendieron sus servicios con fiereza, sin conceder oportunidades claras de quiebre. La solidez en el saque y la precisión en los golpes llevaron nuevamente la definición a un tie-break. Fue aquí donde Djokovic, haciendo gala de su vasta experiencia en momentos cruciales, se impuso con un contundente 7-2, asegurando así la tan ansiada medalla de oro.
Esta victoria tiene un significado especial para Djokovic. A sus 37 años, el serbio ha completado su colección de títulos mayores, añadiendo el oro olímpico a sus numerosos Grand Slams y títulos de Masters 1000. La emoción era palpable en el rostro de ‘Nole’ al recibir la medalla, culminando una búsqueda que había comenzado hace más de una década.
Por su parte, Carlos Alcaraz, a sus 21 años, demostró por qué es considerado el futuro del tenis mundial. Su juego agresivo y su tenacidad pusieron contra las cuerdas a Djokovic en varios momentos del partido. Aunque la plata sea un premio de consolación, el español puede sentirse orgulloso de su desempeño y seguramente utilizará esta experiencia como motivación para futuros desafíos olímpicos.
Este encuentro no solo coronó a Djokovic como campeón olímpico, sino que también regaló al mundo del tenis uno de los partidos más emocionantes y de mayor calidad en la historia de los Juegos Olímpicos. La final entre Djokovic y Alcaraz quedará grabada en la memoria de los aficionados como un duelo épico entre dos generaciones del tenis, donde la experiencia logró imponerse, pero solo por un estrecho margen.
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Redacción: Quadro24
Fuente: Excélsior
Fotografía: EFE