La eventual victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2024 podría marcar un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos, con repercusiones que se sentirían en Ucrania, Oriente Próximo y Asia. Su regreso, respaldado por una mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso, plantea desafíos para los aliados estadounidenses y brinda nuevas oportunidades a rivales estratégicos como Rusia y China. La posibilidad de un giro en las prioridades diplomáticas y de defensa estadounidenses ha despertado tanto temores como expectativas en la arena global.
En el contexto de la guerra en Ucrania, se espera que Trump adopte un enfoque orientado a la negociación, presionando tanto a Kiev como a Moscú para alcanzar un cese al fuego, posiblemente en las líneas actuales de combate. Esto podría incluir un reconocimiento de las anexiones rusas, incluyendo Crimea y otros territorios ocupados desde 2014, lo que significaría un respaldo indirecto a las aspiraciones de Rusia en la región. Además, su tradicional escepticismo hacia la OTAN y su postura crítica frente al apoyo estadounidense a la alianza podrían implicar una reducción de la asistencia a Ucrania, colocando mayor responsabilidad en los aliados europeos y provocando una posible crisis de confianza en la alianza.
En Oriente Próximo, Trump ha mantenido históricamente una política de respaldo firme a Israel y a las naciones del Golfo, como Arabia Saudita. En esta nueva administración, se espera que impulse políticas de confrontación directa con Irán, apoyando las acciones militares del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, contra grupos como Hamás y Hezbolá. La posibilidad de un conflicto intensificado en la región no solo amenaza con desestabilizar aún más el Oriente Próximo, sino que podría derivar en una cadena de represalias de los aliados de Irán, incrementando las tensiones y el riesgo de una escalada militar.
Las relaciones con China, por su parte, probablemente verán una mezcla de continuidad y tensión. Trump ya ha anunciado su intención de imponer aranceles y sanciones adicionales a China, pero podría también buscar acuerdos bilaterales con el presidente Xi Jinping en un marco transaccional y pragmático. La duda sobre el compromiso de Estados Unidos en la defensa de Taiwán y otros aliados asiáticos crea un clima de incertidumbre en la región. La imprevisibilidad de Trump podría derivar en confrontaciones de alto riesgo con Corea del Norte, o incluso en una reestructuración de alianzas en Asia que incline a algunos países a explorar acuerdos más cercanos con China para contrarrestar la volatilidad de la política estadounidense.
Finalmente, la tensión entre Estados Unidos y sus aliados en Europa y Asia podría incrementarse. En Europa, los temores de que Trump llegue a un acuerdo unilateral con Rusia debilitan la estabilidad y seguridad en la región, mientras que en Asia, el desafío radica en la posible confrontación entre Estados Unidos y China, donde la «trampa de Tucídides» —la teoría de una guerra inevitable entre una potencia emergente y una en declive— cobra relevancia. Si Trump regresa al poder, la política internacional se enfrentará a un periodo de mayor inestabilidad e incertidumbre, con profundas implicaciones para el equilibrio de poder mundial.
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Redacción: Quadro24
Fuente: Reuters
Fotografía: AFP