El primer ministro británico, Keir Starmer, ha hecho un llamado a las autoridades para mantener una «alerta máxima» frente a la posibilidad de nuevos disturbios racistas y de extrema derecha en el país. Esta advertencia llega en un momento crítico, coincidiendo con la reanudación del campeonato de fútbol este fin de semana, lo que ha elevado las preocupaciones sobre potenciales brotes de violencia.
La crisis actual, que representa el primer gran desafío para Starmer desde que asumió el cargo el 5 de julio, tiene sus raíces en un trágico incidente ocurrido el 30 de julio en Southport, noroeste de Inglaterra, donde tres niñas perdieron la vida en un apuñalamiento. Este suceso desencadenó una ola de violencia que se extendió rápidamente por todo el país, revelando tensiones subyacentes de carácter racial y religioso.
En respuesta a la situación, miles de policías han sido movilizados y el sistema judicial ha actuado con firmeza. Un ejemplo reciente es la condena de Jordan Parlour, de 28 años, a 20 meses de prisión por incitar al odio racial a través de publicaciones en redes sociales. Este caso subraya la severidad con la que las autoridades están abordando los actos de incitación a la violencia.
A pesar de que se ha observado un relativo retorno a la calma en los últimos días, con manifestaciones pacíficas contra el racismo y la islamofobia en varias ciudades, la preocupación persiste. El vínculo entre grupos de extrema derecha y ciertos sectores de hinchas violentos del fútbol ha puesto en alerta a las autoridades de cara a los próximos eventos deportivos. Starmer ha prometido condenas «rápidas» para los implicados en actos violentos, con casi 600 detenciones y 150 imputaciones hasta el momento, demostrando la determinación del gobierno para contener y prevenir futuros disturbios.
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Redacción: Quadro24
Fuente: DW (Deutsche Welle)
Fotografía: AP